Abstract: A biophilic vision of the city that bets on renaturation and improves green infrastructure will have greater ecosystem services and with them will improve the condition and well-being of its citizens.
Biophilic cities
La palabra Biofilia significa afinidad de las personas por la naturaleza y este término se refiere a la parte emocional de esta conexión. Por extensión, las ciudades biofílicas son aquellas que construyen un entorno habitable sin que ello implique arrasar con la naturaleza.

Estas ciudades priorizan el uso de recursos sostenibles, el fomento de los espacios naturales y la educación de la población en los valores ambientales de este hábitat urbano.
Naturaleza y salud:
Hoy en día ya nadie cuestiona la necesidad de dotar a nuestras urbes de la necesaria resilencia y sostenibilidad para hacer frente a factores como los derivados del cambio climático, pero existe un reconocimiento creciente de la gran correlación entre salud pública y el contacto diario con la naturaleza que debemos promover más.


En efecto una visión biofílica de la ciudad que apueste por la renaturalización y mejore la infraestructura verde aportará beneficios en los servicios ecosistémicos y por ello mejorará la condición y bienestar de los residentes.

Pero, para poderlo llevar a cabo, debemos fomentar una gran concienciación social sobre como debemos cuidar el medio ambiente y cuales son los inmensos beneficios que adquirimos con ello.

En equipamientos como hospitales, donde los pacientes tienen contacto directo con la naturaleza, se ha podido comprobar los efectos benéficos de esta relación.
Cambio de paradigma:
Aquí se abren distintos interrogantes sobre si la población está ya preparada para entender y aceptar el mensaje. La llamada sociedad del bienestar se ha construido sobre unos falsos cimientos y creencias de que una economía potente podía moldear el entorno a su manera y controlar los efectos nocivos sobre el medio ambiente, de un crecimiento sin control.

La crisis derivada de los efectos del cambio climático, y más recientemente del COVID19, han puesto de manifiesto que debemos cambiar la manera de vivir, empezando por las ciudades donde vivimos, nuestro entorno más próximo. En efecto, los humanos somos la única especie que actúa destruyendo su hábitat en lugar de cuidarlo y esto es insostenible ya que representa una amenaza directa sobre nuestra salud.


El modelo de crecimiento sin control ha hecho olvidar que en la naturaleza cada especie ocupa su lugar, que cada una tiene un rol y debemos velar por su conservación. Hemos creado un modelo de desarrollo en en cual resulta mucho mas difícil proteger y conservar un árbol que cortarlo y eso es porqué ignoramos su función y su valor real para nuestra vida, bienestar y salud.



Los gestores de los espacios verdes tenemos también un rol importante en este cambio de paradigma. Aprendimos a aplicar tratamientos fitosanitarios, abonos y herbicidas cuando realmente estas prácticas eliminan buena parte de la vida existente creando un problema mayor.

Nos dijeron que había que podar los árboles para cuidarlos y en realidad estamos generando heridas y estructuras inseguras. Nos enseñaron a eliminar las malas hierbas y hoy sabemos que las malas hierbas no existen…. debemos cambiar los modelos de gestión urgentemente.
Ciudadanía:
El papel de los ciudadanos es básico, necesistamos su aprovación, pero a menudo carecen de la necesaria información para entender cuales son los beneficios de proteger y cuidar la biodiversidad de nuestras ciudades. Las costumbres y el «siempre se ha hecho así» son un enemigo peligroso, difícil de combatir y demasiadas veces se opina sin un conocimiento científico. Las redes sociales amplifican a menudo estas opiniones faltas de rigor.



Seguramente costará entender que la hojas secas en el suelo del parque son fundamentales para que éste tenga vida, que las podas deben reducirse al mínimo imprescindible, que arbustos y prados deben dejarse crecer y florecer para que aporten refugio y alimento a pájaros, insectos y otros animales que nos ayuden a controlar las plagas.



No será fácil entender que debemos aprender a convivir con otras especies, que los alcorques, jardines y solares son espacios de oportunidad para que puedan crecer determinadas herbáceas espontáneas fundamentales para garantizar la presencia de los insectos beneficiosos durante todo el año y que todo ello es perfectamente compatible con nuestro uso.



La única solución pasa por una gran y profunda implicación de la población en los valores y la necesidad de conservar esta naturaleza a toda costa, de entender que no todos los usos y actividades son compatibles con la biodiversidad y los espacios verdes, de conseguir cambiar el paradigma de la ciudad gris por el de la ciudad verde, que ama y protege la naturaleza: la ciudad biofílica.



Timothy Beatley ha sido uno de los grandes impulsores de este concepto y defiende que la ciudad biofílica empieza por la propia concepción de los edificios, calles e infreastructuras donde la naturaleza, la luz, el agua y los recursos renovables son considerados desde el primer momento.



Cada muro, cada balcón, cada azotea y cada tejado debe estar pensados para poder acoger vegetación y formar, junto con los parques, jardines y calles arboladas, un único sistema de espacios verdes.

Proteger la naturaleza para protegernos a nosotros.
La educación ambiental, el promover y el dar a conocer a la población local las especies nativas de flora y fauna, son aspectos fundamentales para que las comunidades valoren sus beneficios ambientales y ayuden a preservarlos.


Hoy los científicos han podido demostrar la relación entre la pérdida de biodiversidad y el aumento de pandemias. Un ecosistema sano es una barrera natural para el control de plagas y patógenos y una ciudad que ama y protege su naturaleza es un entorno más seguro, más sano y mucho más saludable para sus ciudadanos.




Algunas ciudades forman parte activa de este movimiento y han formado una red de ciudades biofílicas a nivel mundial. Hay grandes ejemplos pero todavía son demasiado pocas. Lo que está pasando estos días debe hacernos reflexionar y motivarnos a cambiar muchas cosas.

La gran crisis del COVID19 nos ha mostrado que no podemos seguir haciendo las cosas de la misma manera. Está en juego nuestra propia supervivencia e incluso algunos estudios señalan que el colapso de los ecosistemas debido al cambio climático podría producirse en 2030.

Es el momento de escuchar a los científicos y de tomar decisiones valientes:
Ciudades Biofílicas ya!
Me parece un análisis muy acertado y perfectamente enfocado a la situación actual. Hay que trabajar con la naturaleza, crear una sinergia y no luchar contra ella porque nuestro futuro depende de ello. Tenemos que comprender que formamos una pequeña parte de un planeta inmenso, que esa dimensión nos hace frágiles y que la única forma de subsistir como conjunto es protegiendo cada una de esas partes. Un saludo.
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Gracias por tus palabras. Estoy totalmente de acuerdo. Cuantos más seamos trabajando en esta linea antes conseguiremos hacer llegar el mensaje. Un saludo
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Muy interesante tu análisis y como bien dices muy vigente pues mucho sabemos pero poco hacemos.
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Ciertamente Sara, ya va siendo hora que empecemos a actuar. Gracias por comentarlo.
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