Los gestores del verde urbano, nos enfrentamos hoy al difícil reto de convertir estos espacios grises y extra-construidos que son nuestras ciudades, en lugares saludables donde la salud y el bienestar de los ciudadanos y ciudadanas se anteponga sobre todo.

La declaración de emergencia climática es ya una realidad que nos obliga a trabajar en escenarios donde las soluciones basadas en la naturaleza (NBS) predominen sobre cualquier otro aspecto y factores como la biodiversidad urbana y renaturalización, deben ser el eje central de nuestra gestión.


Nos movemos en un marco, donde el habitante de la ciudad está en el centro de las políticas públicas y todas nuestras actuaciones deben centrarse en ofrecerle un hábitat seguro, saludable y que le ayude a mitigar los efectos devastadores del cambio climático. Las olas de calor, sequías, inundaciones y enfermedades, seran cada vez mas frecuentes como consecuencia del calentamiento global del planeta y debemos prevenirlas.


En estas circunstancias, es evidente que las zonas verdes surgen como los grandes espacios de oportunidad para ofrecer lugares sombreados y frescos, espacios donde soportar mejor el calor y donde ubicar sistemas urbanos de drenaje sostenible (SUDS) para infiltrar el agua de lluvia. También pueden contener zonas de producción de alimentos de proximidad, fuentes donde refrescarse, espacios de biodiversidad y también acogen las mayor parte de las masas de vegetación y zonas acuáticas, los dos grandes sumideros de carbono con que contamos en las ciudades.



Evidentemente debemos superar la etapa en que el verde era considerado un elemento de decoración y considerar los espacios verdes como una infraestructura urbana principal que condicione planeamiento y desarrollo urbano. Tampoco es suficiente con plantar sin más. El suelo disponible, la elección de especies adaptadas y considerar la capacidad de desarrollo de cada árbol en el primer momento, deben permitir reducir al mínimo imprescindible las podas y labores de mantenimiento. Además nuestra gestión debe enfocarse a la erradicación del uso de plaguicidas y herbicidas químicos y debemos gestionar siempre considerando los procesos naturales.



Finalmente, debemos gestionar el verde urbano minimizando los residuos generados, el uso de abonos químicos y energia, racionalizando la gestión del agua de riego y permitiendo a la vegetación y a toda la vida que lleva asociada, desarrollar poco a poco su potencial. Para ello debemos usar estrategias que potencien los procesos ambientales que ya se dan en el medio urbano, e ir recuperando paulatinamente la naturaleza en este espacio del que en su día, la expulsamos sin más.



Sobre este tema es muy recomendable la lectura del libro Renaturalización de la Ciudad
, recientemente publicado por la Diputació de Barcelona, en el cual distintos especialistas y gestores del espacio público de varias ciudades europeas, comparten sus experiencias y profundizan respecto como aplicar estrategias de renaturalitzación.


El libro, a la venta en la librería de DIBA, también se puede descargar gratuitamente en estos enlaces:
Versión castellano: http://www1.diba.cat/llibreria/lstDetall_Publicacions.asp?Opener=Servei&ID=62170&llista_serv=OTC
Versió en català: http://www1.diba.cat/llibreria/lstDetall_Publicacions.asp?Opener=Servei&ID=61788&llista_serv=OTC
Versión en inglés: http://www1.diba.cat/llibreria/lstDetall_Publicacions.asp?Opener=Servei&ID=62201&llista_serv=OTC