Nuestra evolución social y el supuesto progreso económico ligado al desarrollo urbanístico, amenazan con causar graves alteraciones ambientales, que pueden dañar y provocar la destrucción de árboles irremplazables.


Proteger el patrimonio natural es, sin duda, un deber inexcusable que debemos afrontar sin dudas, ni dilaciones los gestores urbanos. Las razones son abundantes y poderosas.


La propia UNESCO describe que ningún tipo de progreso puede ser duradero y sostenible si no está arraigado en fuertes valores culturales y, sin duda, la conservación del patrimonio natural, el paisaje y los elementos vegetales singulares, se encuentran entre ellos.

Renaturalización urbana y conservación
Cada vez más estudios científicos demuestran la necesidad que las ciudades dispongan de una potente infraestructura verde urbana, como herramienta para mejorar la salud de sus ciudadanos y es precisamente en las ciudades, en las que la presión humana y los intereses urbanísticos son enormes, donde más urge establecer está protección de manera firme e inequívoca.

Aquí, cobran una gran importancia la protección de las arboledas y árboles singulares que forman parte de nuestro patrimonio natural, ya sea por su edad, dimensiones, rareza, características especiales o conmemorativas que los hacen relevantes.



Trabajar a favor de esta infraestructura verde empieza por proteger aquellos elementos naturales existentes, cuyo valor pueda ser argumentado objetivamente y, que corren el riesgo de ser engullidos o mutilados por el desarrollo urbanístico.


Debemos, pues, crear catálogos de arboledas o árboles singulares y establecer mecanismos jurídicos de protección, a través de las ordenanzas o de la legislación correspondiente.
Algunos ejemplos de éxito:
El Roure de l’Hospital de Mollet
En Mollet del Vallés, con la aprobación del POUM, se elaboró un catálogo de árboles y arboledas protegidos que, a lo largo de estos años, ha permitido conseguir algunos resultados de conservación destacables. Sin duda, el caso de éxito más significativo ha sido la conservación de un magnífico roble de unos 250 años, que crecía entre campos de cereal, en unos terrenos donde se preveía construir el futuro hospital de Mollet del Vallès.


Se trata de un robusto ejemplar que quedó enteramente protegido, de manera que no se permitía realizar ningún tipo de trabajos que afectara su parte aérea, ni su estructura radicular en un radio de 15 metros alrededor del tronco. También la cota original del terreno debía respetarse estrictamente en esta zona.


El 2005 el proyecto del nuevo Hospital, un gran edificio de 25.000m2, debió adaptarse a la preexistencia del roble y sus estrictas condiciones de conservación, lo que generó pequeños conflictos que se fueron resolviendo satisfactoriamente hasta encajar las piezas.

Durante las obras de construcción de 2007 a 2010, el árbol permaneció siempre estrictamente protegido por un cercado metálico, formando un círculo de 20 metros al que no se permitía el acceso en ningún momento. Por momentos los contenedores, gruas y la propia construcción rodeaban totalmente este perímetro de protección y ocultaban por completo el roble, pero éste permaneció protegido en todo momento.


Al final de los trabajos hubo un momento de desconcierto ya que el roble, todavía en parada invernal, se encontraba sin hojas y algunos responsables de las obras temieron que hubiese podido resultar afectado. Todo ello se descartó enseguida, tras una inspección técnica, y a las pocas semanas el roble brotó espléndido conservando totalmente su aspecto y salud original.


Pasados más de 10 años, tras la inauguración del emblemático edificio, el Roble del Hospital sigue mostrándose espléndido y majestuoso ,y la historia de su conservación, le ha convertido en un elemento muy carismático.

Como prueba de la gran estima y respeto que genera este árbol, la Fundación Sanitaria de Mollet ha incorporado la figura del roble en los logos de todos sus centros, su obra social se denomina «El Roure del Vallès» y los donantes de sangre cuentan también con una placa conmemorativa, a los pies del singular árbol.
Los Plátanos de las rieras en Mollet

Mollet se encuentra conectada con su entorno natural más próximo, el espacio agrario de Gallecs, mediante algunas rieras y torrentes que cruzan toda la ciudad y se dirigen al río Besos.


La vegetación característica de estos cursos de agua son una grandes arboledas de plátanos de sombra (Platanus x hispanica), cuyo tamaño destaca poderosamente en un paisaje dominado por los cultivos de cereal.


En distintos puntos de la ciudad, se ha podido conservar esta vegetación singular ligada al trazado del torrente, lo que representa un importante elemento de conectividad ecológica, y mantiene vivo el enlace entre naturaleza y ciudad.

Su conservación resulta más sencilla cuando estos elementos coinciden con zonas verdes o zonas de equipamientos, pero debemos certificar su protección en un catálogo y fijar las condiciones de protección previamente a la urbanización, para garantizar que los árboles no sufren daños irreparables.

El Pi d’en Xandri, en Sant Cugat
El singular pino piñonero que crece en la vertiente vallesana de la sierra de Collserola, se ha convertido en un símbolo de la lucha ambiental en Sant Cugat. El lugar donde crece estuvo a punto de ser urbanizado en varias ocasiones, pero las mobilizaciones de los vecinos detuvieron el proyecto y lograron la conservación del paraje.

Quizás por esta polémica, el pino sufrió un acto vandálico. Un intento de tala con motosierra en 1997 que no consiguió su objetivo, pero que le ha condenado por vida a un apuntalamiento con tablones que garanticen su estabilidad.

Imágen By Till F. Teenck – CC BY-SA 2.5, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1746723
Afortunadamente, 25 años más tarde, el Pi d’en Xandri permanece de pie, goza de buena salud y su carácter icónico de protección del paraje, se refuerza día a día.


Además, la edad del árbol estimada en unos 250 años, el perímetro de tronco de 3,20 metros, una altura de 23 metros y la singularidad de su historia, le convierten en un ejemplar digno de la máxima protección.
El Ficus del Palacio de Ripalda, en Valencia
Se trata del único ejemplar que permanece de los históricos jardines del desaparecido palacio de Ripalda en Valencia, cuyo derribo, debido a una operación urbanística llevada a cabo en 1966, sigue suscitando polémica. Este ejemplar no se conserva por su protección sinó por una argucia.

Se cuenta que los constructores consultaron al entonces Jardinero Mayor, Vicente Peris Sánchez, cual seria la manera más sencilla para eliminar el ficus gigante del jardín y, éste les recomendó una poda radical de todas las ramas conservando solamente el tronco. Confiaba el jardinero, que a pesar de su avanzada edad, el monumental ejemplar de ficus sobreviviría.

El Ficus del Palacio de Ripalda es el único superviviente del histórico jardín y el ejemplar de mayor diámetro de la ciudad de Valencia, con sus más de 22 metros de perímetro de tronco.

El ejemplar se encuentra junto al acceso del jardín de Monforte, en plena calle, debidamente identificado como un árbol monumental catalogado por la Generalitat Valenciana.

Además, a pocos metros de allí, en el paseo de la Alameda se encuentran otros Ficus macrophylla de copas enormes, también declarados árboles monumentales de Valencia.

También en otras partes de la ciudad existen árboles monumentales catalogados con carteles informativos y el propio Ajuntament de Valencia en su carteleria informa sobre el valor de estos ejemplares. Una buena práctica que deberíamos replicar en todas las ciudades.
Ubicación roble del hospital:https://goo.gl/maps/8C56agoRMnyUa5p16
Ubicación plátanos de Can Borrell:https://goo.gl/maps/MVBuxTx2gzcJxUxB8
Ubicación pi d’en Xandri: https://goo.gl/maps/QZwUApTGkwKByuX1A
Ubicación Ficus de Ripalda https://goo.gl/maps/MSh5TYdj5hTND5v58
En Granada asistimos a una tala espectacular de árboles por parte del actual gobierno, que a la vez ha propuesto la creación de un gran anillo verde pagado en parte por benefactores que se sumen al proyecto. Empezar la casa por el tejado…
Buen artículo!
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Tienes toda la razón Mario, la gestión de la infraestructura verde empieza por valorar y proteger el patrimonio vegetal existente. Me alegro que te guste el artículo. Un saludo.
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Es curioso que tradicionalmente se asocia el patrimonio verde al patrimonio de una edificación y caemos en el error de no darle el valor individual que merece. Considero que habría que tener un inventario tanto de espacios verdes como de especies vegetales ejemplares que supusiera el reconocimiento de estos elementos y su puesta en valor. Muy de acuerdo con tu artículo Josep. Un saludo.
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Cierto José Luis, es importante darle a los vegetales el valor que realmente merecen. Solamente así podemos concienciar a la población de la necesidad de protegerlos y conservarlos. Un saludo,
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Menudo trabajo más importante, merece que lo repase más detenidamente, la verdad es muy importante cuidar lo que ya tenemos en vez de destruir y construir «cemento». y luego poner un arbolito.
Me sumo a los comentarios de Mario y José Luis, y aunque soy un jardinero «normalito» recién jubilado, voy a apoyar con más fuerza en las rrss la importancia de cuidar y mantener lo que ya tenemos . Gracias Josep por compartir tus trabajos y experiencias.
Saludos.
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Gracias por tu comentario Santi. Es importante que entre todos consigamos que llegue lejos el mensaje de la necesidad de protección del patrimonio arbóreo. Un saludo.
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Sempre molt interessant i il·lustratiu
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Gràcies Àlex, m’alegra que et sembli interesant. Un abraçada
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