Abstract: One of the botanical gardens with one of the most interesting collections of cacti and succulent plants in Europe is at serious risk of disappearing today. All this despite the fact that the property was declared a Natural Area of National Interest in 2003.
Un lugar con historia
El que fuera hasta hace poco uno de los jardines botánicos con una de las colecciones de cactus y plantas crasas más interesantes de Europa, se encuentra hoy en serio riesgo de desaparición. Todo ello a pesar que, en 2003, la finca fue fue declarada Paraje Natural de Interés Nacional.


La historia del paraje de Pinya de Rosa comienza en 1945, cuando el ingeniero industrial Ferran Rivière i de Caralt, gran aficionado a la botánica, adquiere unas 52 hectáreas de viñedos costeros para implantar una explotación agrícola y construir allí su vivienda.

La finca fue acondicionada mediante la formación de caminos, terrazas, conducciones y depósitos para los usos del agua; se procedió a la plantación de grandes masas forestales y se inició la construcción del jardín próximo a la vivienda.


Tras constatar que la explotación agropecuaria no era rendible, Riviére destinó centró sus esfuerzos en la creación de un jardín botánico de aclimatación de plantas tropicales. Para este fin, se rodeó de grandes colaboradores, como Joan Mirambell para el diseño y el profesor Joan Pañella, como asesor botánico especializado en cactus.


La finca disponía de invernaderos, semilleros y varios jardineros que se encargaban de plantar y cuidar las semillas y plantas nuevas que Rivière iba consiguiendo, a través de sus viajes e intercambios con colecciones de todo el mundo.


Rivière logró reunir una impresionante colección de cactus y plantas crasas, de manera que Pinya de Rosa representó una de las colecciones de cactus más interesantes del mundo. Su listado comprendía más de 7.000 especies bien clasificadas, entre las que destacaban los géneros de Agave, Aloe, Yucca y Opuntia.

Rivière murió en 1992 y diez años después, la totalidad de finca fue vendida a una promotora urbanística que, tras fracasar en su proyecto de urbanización del paraje, la vendió a su propietario actual que parecía desear fijar allí su residencia
El jardín Botánico Tropical
Pinya de Rosa se encuentra en la costa Brava, en un entorno privilegiado de colinas que miran al mar y está situado muy cerca de dos importantes jardines: el Botánico de Marimurtra y el jardín de Santa Clotilde, ambos visitables y muy recomendables.

Su carácter diferencial se debe, sobre todo, a la suma de unas extraordinarias vistas con la enorme colección de cactáceas y plantas tropicales, que le confieren una imagen única e inconfundible.

En el jardín, se mezclan cactus de distintas formas y tamaños. Grupos de ejemplares columnares, que llegan a medir varios metros, se combinan con las especies globulares y cladodios que aparecen formando imágenes de gran belleza.

Por sus grandes dimensiones, resulta destacable un grupo de Neobuxbaumia polylopha, un cactus arborescente originario de México, cuyas poblaciones naturales están en peligro de desaparecer por la reducción del hábitat natural y que, en Pinya de Rosa, han encontrado un lugar ideal.

Entre los globosos, destacan los Echinocactus grusonii (asiento de suegra) formando grupos de numerosos ejemplares de gran tamaño y con una floración muy atractiva.


Se conservan todavía algunas edificaciones en el jardín. Una pequeña construcción de piedra, rodeada de árboles, parece rememorar el carácter agrícola que tubo la finca y ofrece una sombra muy agradable, donde resguardarse los meses de calor intenso.



Un pequeño banco bajo la pérgola vegetal, nos permite descansar mientras disfrutamos de unas preciosas vistas del jardín, que en este punto se muestra como un vergel.

Por contra, algunas de las instalaciones parecen haber caído en desuso y acusan la falta de un mantenimiento que permita conservarlas en condiciones.

El estanque del León, una infraestructura básica para el jardín, se encuentra sin agua. Incluso así, todavía es posible imaginar lo acogedor y eminentemente romántico que debió resultar el lugar en su momento.


A pesar de todo, el jardín botánico dispone aún de una gran colección de cactus y plantas crasas con floraciones espectaculares. La mayoría de ellas presentan su momento de máximo esplendor entre primavera y verano, pero también algunos aloes florecen en invierno.


También los llamativos Lamprathus, plantados a centenares por los taludes y rocallas, forman un gran estallido de colores abriendo cada día su múltiples flores, a los rayos del sol de primavera.


Situación actual
A día de hoy, todo el paraje de Pinya de Rosa vive una situación de provisionalidad que hace temer por su futuro. Incluso en 2014, el propietario llegó a cerrar el jardín botánico, como medida de presión por las condiciones impuestas a la hora de reformar la Masía del Sol, la única gran edificación de la finca.

imagen del Mas del Sol: Associació Amics Pinya de Rosa
Actualmente, el jardín se ha reabierto al público y se permite la visita a una parte importante de ellos. No obstante, los insuficientes recursos destinados a su mantenimiento se hacen patentes en distintos puntos.

La catalogación de Pinya de Rosa como paraje natural de interés nacional le atribuyó una gran protección, se prohíbe la urbanización e incluso parecía abrir una posibilidad de que la Generalitat pudiese adquirir la titularidad de las fincas.

La realidad es que pasados los años, la situación permanece enquistada. La Generalitat no dispone de recursos para comprar la finca y, a pesar que el Ayuntamiento de Blanes junto con algunos colectivos ciudadanos, como l’Associació Pinya de Rosa, intentan encontrar la solución, los jardines y el entorno acusan el paso del tiempo y la falta de un mantenimiento adecuado.

Una vez más, nos encontramos ante la paradoja que la protección normativa de un entorno natural o de gran valor patrimonial, puede llegar a poner en riesgo la disponibilidad de recursos para su correcta gestión y mantenimiento.

El Jardín Botánico de Aclimatación de Plantas Tropicales de Pinya de Rosa no debería caer en el olvido del tiempo. Resulta evidente que un lugar tan singular requiere un mantenimiento especial, pero también es un enorme activo patrimonial, que quizá se podría rentabilizar.


Una vez más, no se puede dejar de envidiar a los países que cuentan con entidades privadas como el National Trust, capaces de afrontar una valiosísima labor de conservación del patrimonio. También cabe recordar, que la Unesco reconoce el Patrimonio cultural como un elemento básico de progreso y cohesión social.
Ubicación: https://goo.gl/maps/MTjUefGjVostyeaC9
Imágenes publicación ©josepmmompín (se permite uso no comercial citando la fuente http://www.visitandojardines.com)