Jardín El Capricho de la Alameda de Osuna (Madrid) ****

Abstract: At the end of the 18th century, the Duchess of Osuna hired the best artists, stage designers and gardeners to create a natural paradise around her palace, hiding the most diverse surprises or whims.

Un jardín romántico

El histórico jardín de la Alameda de Osuna es el único jardín del romanticismo que se conserva en Madrid y, a pesar de su gran belleza y singularidad, sigue siendo poco conocido.

Su origen se debe a la duquesa de Osuna, quien sufragó las obras en 1787 y lo cuidó con mimo hasta su fallecimiento en 1834. Sobre la puerta de entrada, todavía se puede leer “El Capricho”, nombre con el que lo bautizó para expresar su sentimiento hacia el jardín.

La duquesa, conocida protectora de artistas e intelectuales, contrató a los mejores escenógrafos y jardineros para crear un paraíso natural alrededor de su palacio, que muy pronto atrajo a los eruditos y famosos más ilustres del momento.

Su notable interés se debe tanto a la solidez de su diseño -que comprende partes formales y otras más paisajísticas-como a la enorme singularidad y la calidad artística de las obras y esculturas que lo caracterizan, popularmente conocidas como «Los Caprichos».

Se trata de un jardín misterioso, que contiene elementos de esoterismo masónico y que esconde grutas, esculturas, casas de campo, estanques, islas, una ermita y todo tipo de elementos inesperados que van surgiendo semi-ocultos entre la frondosa vegetación.

Los Caprichos

El jardín fue concebido para sorprender al visitante. Se ideó como un gran escenario pintoresco donde los visitantes pudiesen moverse de un cuadro a otro, por un paisaje teatralizado donde encontraran entretenimiento y diversión.

Así las cosas, los nobles e intelectuales que frecuentaban el Palacio Ducal se adentraban en el jardín, para descubrir las distintas “folies” (caprichos) que la duquesa iba incorporando poco a poco, siguiendo los gustos de la época.

Frente al palacio, la fuente de los delfines define un punto clave desde el que parten varios caminos. Uno de ellos conduce hasta un pequeño templo de planta elíptica, hoy dedicado al dios Baco y en sus orígenes a Venus.

El Abejorro

Cerca de él, se alza el Abejorro, una singular construcción cuyo objetivo era poder observar las abejas mientras trabajaban. Estas accedían al edificio a través de las rejas de los porticones para construir sus panales en el alféizar y los visitantes las observaban, protegidos por una cristalera interior.

Un jardín de plantas melíferas envuelve la construcción y, en el interior, guarda una reproducción de la famosa escultura neoclásica de la Venus de la Alameda, realizada por Juan Adan para el templete y que, posteriormente, fue trasladada aquí.

El Fortín

El jardín sigue deparando sorpresas a cada esquinay de repente, entre las árboles, emerge un curioso fortín.

Éste se encuentra rodeado de un foso de agua y contaba con puentes levadizos, banderas, cañones y una garita con el muñeco de un soldado, destinados todo ello al juego de los señores.

Fue por todo ello que, en el siglo XVIII, la fama de elementos como el abejero, el fortín o el templete entre otros, contribuyeron a impulsar la fama de un jardín, que permitía al visitante ir saltando por escenarios de un paisaje bucólico y adoptar distintos roles.

La Ría

Y todavía hoy, seguimos sintiendo estas sensaciones cuando, entre los árboles vestidos de otoño, surgen elementos como el embarcadero o la casa de cañas junto a la ría que la Duquesa mandó construir, resiguiendo el límite norte del jardín.

Por esta ría y su lago con una isla, solían navegar en pequeñas embarcaciones los ilustres invitados, descubriendo paisajes de ensueño y deteniéndose a descansar o practicar juegos amorosos en los cenadores y rincones más escondidos.

Por el otro extremo de la ría, los navegantes y sus falúas arribaban a un edificio singular que escondía los pozos por donde se captaba el agua del jardín y generaba el origen de la ría.

El Casino

Se trata del Casino de baile, un gran salón donde se organizaban fiestas y que fue uno de los últimos elementos en incorporarse al jardín.

En su fachada, bajo una doble escalera nos espera un monstruo de la mitología griega, el jabalí de Calidón, enviado por la diosa Artemisa y que libró grandes batallas con los héroes del momento.

La Ermita

Durante la última década del siglo XVIII, se levantaron distintas construcciones pintorescas que mostraban la idealización de la vida campestre. Una de las más representativas fue la ermita, construida ya des de los inicios con aspecto envejecido y ruinoso.

En ella vivió hasta su muerte, en 1802, el ermitaño Fray Arsenio. Años más tarde, en 1816 los ermitaños fueron reemplazados por un autómata que vestía como ellos.

La casa de la vieja

También siguiendo el modelo ideal de la vida campestre se construyó la casa de la vieja, totalmente equipada como una casa de hortelanos y que contaba también, con sus muñecos a escala real. Su función era que los ilustres invitados pudiesen jugar a sentirse campesinos.

Otras curiosidades:

Algunas actuaciones fueron realizadas por los descendientes de la duquesa, como la excedra rodeada de esfinges, donde se situó un busto de la impulsora del jardín.

También, cerca del Palacio, existe un gran Búnker de la Guerra Civil, recordando que aquí el ejército republicano estableció su cuartel general de la zona centro, aprovechando la discreción del lugar.

Para garantizar la conservación y protección del jardín y que pueda seguir manteniendo todo el esplendor que le valió su catalogación como BIC (Bien de Interés Cultural), el jardín se puede visitar solamente los fines de semana y días festivos. Para visitar el Bunker es necesario reserva previa.

Ubicación: https://goo.gl/maps/yjyS9jx8svvNnJjo6

Más jardines de Madrid: https://visitandojardines.com/category/jardines/espana/centro/

Imágenes © josepmmompín. Se permite uso no comercial citando la fuente http://www.visitandojardines.com

6 Comments

  1. Muy interesante y un gran desconocido. Esta recreación de distintos rincones para disfrute de los invitados y aristócratas de la época, así como de la vida campesina recuerda a la aldea de la reina en Versalles, muy curioso. Gracias por descubrirnos este tesoro.

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    1. El romanticismo se caracterizó por la imaginación y la libertad de pensamiento, ligadas a la idealización de la naturaleza. Transgredir las normas permitió grandes historias de locura y pasión, como se desprende de la visita a este jardín. Gracias por comentar.

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