El jardín de Monet (Giverny)*****

Claude Monet, el gran pintor impresionista, llegó a Giverny, un bucólico pueblo de Normandía, en 1883 y permaneció allí hasta su muerte en 1926.

Se estableció en una vivienda señorial llamada -Clos Normand– que disponía de un terreno hortícola de una hectárea, rodeado por un muro de piedra.

Allí, en un entorno de campos floridos y pequeños arroyos envueltos de chopos, Monet creó, diseñó y cuidó de sus jardines hasta su muerte.

El jardín se encuentra estrechamente relacionada con la vivienda. Los rosales trepadores se emparran por la fachada y desde las habitaciones y el comedor las vistas del jardín son magníficas.

El pintor jardinero

Más allá de su pasión por la pintura, Monet adoraba los jardines y ya en un primer momento transformó el vergel del Clos Normand en un jardín con simetrías, perspectivas y agrupaciones de plantas formando una riquísima paleta de colores, donde podía capturar la luz en sus cuadros.

Posteriormente, en 1893, diez años después de su llegada a Giverny, compró el terreno colindante, al otro lado del vial, para crear un segundo jardín de características muy distintas. Un jardín frondoso, de grandes árboles y presidido por un gran estanque central de formas irregulares.

Así pues, realmente deberíamos hablar de los jardines de Claude Monet, formados por dos partes totalmente diferentes. Frente a la casa el jardín de flores de gran colorido y con multitud de especies. Separado de este, justo cruzando la carretera, un jardín de inspiración japonesa con un gran lago donde crecen los nenúfares.

Le Clos Normand: el jardín de flores

A Claude Monet no le gustaban los jardines demasiado delimitados y encorsetados, así que agrupó las flores por colores y una vez situadas a su gusto, las dejó crecer libres como si trazara pinceladas en el paisaje.

El jardín posee una gran avenida central, cubierta de arcos metálicos sobre los que crecen los rosales trepadores. A ambos lados encontramos grandes parterres pletóricos de color, donde en verano surgen las capuchinas que forman una alfombra de flores sobre el camino.

A lo largo de distintos pasillos, Monet dispuso las plantas por tonalidades y las colocó según la incidencia de la luz solar.

La combinación de colores es tal, que mientras recorremos el jardín, por momentos nos sentimos inmersos en su paleta de pintor.

Le jardin d’eau

Monet siempre se mostró fascinado por los reflejos de la luz y las nubes en el agua, de manera que, cuando con los años pudo adquirir el terreno colindante al suyo, se decidió a construir allí un jardín de clara inspiración japonesa.

Es en este jardín donde construyó el famoso puente japonés verde, lo cubrió de glicinias y reforzó la atmósfera oriental con la plantación de bambú, ginkgos, arces, peonias y lirios.

Pero, sin duda, el protagonismo es para los grandes sauces llorones, cuyas ramas caen sobre el estanque y los famosos nenúfares que, con sus bellas flores veraniegas, protagonizan muchos de sus cuadros.

Aquí el jardín de agua, con su estanque y la vegetación que lo rodea, acaba formando un espacio cerrado, totalmente aislado de los campos del entorno.

Monet consiguió de esta manera crear un nuevo paisaje basado en los reflejos del agua, una especie de mundo inverso donde encontró la inspiración, durante más de veinte años.

El artista

Más allá de su pasión por las plantas, sus jardines son el inconfundible escenario de sus cuadros, ya que los pintó repetidamente durante todas las estaciones del año, buscando siempre luces distintas.

El pintor solía decir que su jardín era su gran obra de arte y no cabe duda, que se convirtió en su gran fuente de experimentación y le dedicó muchas horas y recursos para conseguir la imagen deseada.

Durante la segunda guerra mundial el jardín y la casa sufrieron graves desperfectos. No fue hasta 1977 que se iniciaron los trabajos de una restauración tan fidedigna, que actualmente podemos disponer de un calendario de floraciones idéntico al que Monet plantó en 1883.

Afortunadamente hoy, gracias al trabajo de la Fundación Monet, podemos visitar los magníficos jardines en todo su esplendor y así, sentirnos paseando tranquilamente por el interior de uno de sus exquisitos cuadros impresionistas.

Ubicación: https://goo.gl/maps/XmXZtfjvyspER1jo6

4 Comments

  1. Una visita imprescindible per a amants de l’impresionisme i dels jardins…. És curiós veure els quadres de Monet en la realitat dels seus jardins… els colors, reflexes… la llum… Ahh i estar en el seu taller em va transportar als meus anys d’estudiant quan admirava els seus quadres en els llibres d’art… Molt molt recomanable

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  2. Tengo la impresión que toda la obra de Monet (jardín y pintura) es el resultado de un gran experimento que tiene la luz como protagonista. Después de tantos años, su trabajo es digno de estudio y todavía se le pueden extraer conclusiones nuevas. Un saludo Josep.

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