El Château de Villandry, construido en 1536, es cronológicamente el último de los grandes castillos edificados en el valle del Loire, durante el renacimiento.

Para edificarlo, Jean Breton, ministro de finanzas del rey Francisco I, mandó destruir la antigua fortaleza del siglo XII, donde se había firmado la Paz de Colombiers (nombre de Villandry en la edad media), y de la que solamente se conservan hoy los cimientos y el torreón principal.

El jardín actual tienen su origen a principios del siglo XX cuando el castillo, por aquel entonces muy deteriorado y casi en ruinas, fue adquirido por el Dr. Joachim Carvallo y su esposa Ann Coleman.

El gran empeño de Carvallo (hijo de una familia de la burguesía extremeña), y Coleman (heredera de un imperio estadounidense de hierro y acero), permitió que en poco tiempo el castillo recuperara su aspecto renacentista y, rápidamente, se propusieron recuperar también el jardín.

Por aquel entonces, los jardines habían sido transformados en un gran parque paisajístico de estilo inglés, de formas sinuosas, con montículos y valles, menos costosos de mantener pero poco acorde con el estilo del castillo.



Entre 1908 y 1924, los Carvallo se dedicaron por completo a restaurar el jardín a su forma renacentista original, basándose en la información recogida en el libro «Les plus excellents bastiments de France» de Androuet de Cerceau (s XVI), una antología de los más bellos logros de la arquitectura renacentista francesa, completado con excavaciones arqueológicas.

Hoy, los jardines de Villandry se dividen en terrazas a distintos niveles, con un canal central que los recorre de arriba a abajo. Son zonas muy diferenciadas entre ellas, con características propias, muy definidas.
Los salones ornamentales
Estos jardines, diseñados como una extensión de las habitaciones del castillo, están compuestos de distintas capas de plantas recortadas, formando una estricta geometría de formas perfectas

Se dividen en espacios distintos; el jardín de las cruces, que reproduce algunos escudos de naciones y el jardín del amor, donde las distintas formas de los parterres definen cuatro formas de amor: tierno (corazones), apasionado (corazones rotos), fugaz (alas de mariposa) y trágico (puñales).

Al otro lado del canal, otro salón ornamental está dedicado a la música. Aquí los parterres reproducen liras, formas de notas y candelabros iluminando las partituras.


El Huerto ornamental
La terraza inferior contiene una gran huerta ornamental, que cubre más de una hectárea. Esta zona reproduce de una manera muy fiel el antiguo jardín renacentista, y se construyó a partir de las excavaciones geológicas que se llevaron a cabo.

El jardín de la huerta consiste en nueve cuadrados de iguales dimensiones, separados por amplios paseos y plantados con hortalizas de distintos colores (puerro, col, remolacha, zanahoria….) que conforman un original y vistoso tablero.


Este tipo de jardines tienen su origen en la edad media, en los jardines de las abadías y, por eso, la forma de cruz aparece muy a menudo. El renacimiento italiano aporta a la huerta monacal distintos elementos decorativos, como cenadores, fuentes y plantas ornamentales como el rosal.


El jardín del Agua
El jardín de agua nace de un gran estanque situado en la terraza superior que funciona como depósito regulador, para abastecer el resto del jardín.

La composición se complementa con pequeños estanques circulares, situados entre parterres de césped adornados con topiarias de bojes, una organización que refleja claramente la disposición de los jardines clásicos.

El estanque, cuyas aguas tranquilas reflejan el firmamento, tiene la forma del espejo de Luis XV, y es el origen del canal de agua que desciende hasta las terrazas inferiores.


A partir de aquí, aparecen otras partes secundarias del jardín, que fueron construidas un poco más tarde, como el jardín de sol, el laberinto o un pequeño jardín medieval, que complementan el conjunto.
El Bosque
Más allá del jardín formal, por encima de los muros laterales que delimitan las terrazas del jardín renacentista, resulta imprescindible acercarse al bosque para admirar las impresionantes vistas sobre los jardines que desde allí se obtienen.


El bosque está situado en un montículo 30 metros más alto que las terrazas inferiores, cuenta con unos paseos con miradores que permiten observar, con todo detalle, las geometrías perfectas y deleitarse con una visión poco frecuente en este tipo de jardines.

Esta singular topografía posibilita que paseando entre los árboles que cubren esta zona, prácticamente se obtiene una visión en planta del jardín y sus avenidas, de manera que resulta sencillo comprender la organización de todo el espacio.


Los paseos del bosque confluyen al final en la zona de invernaderos y un encantador pabellón de audiencias, original del siglo XVIII.

Sin duda, un magnífico colofón para un jardín que se ha convertido, por méritos propios, en uno de los jardines más visitados de toda Francia.


Imágenes publicación ©josepmmompín (se permite uso no comercial citando la fuente http://www.visitandojardines.com)
Ubicación: https://goo.gl/maps/crYy1xQJCtt4V5DJ6
És extraordinari que un castell i uns jardins renaixentistes s’hagin recuperat amb tant d’encert a principis del segle XX
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Tens raó Àlex. Es va fer una feina espectacular de recuperació fa més de 100 anys i per sort, avui encara ho segueix gestionant la mateixa família i ho mantenen en perfecte estat. Salutacions
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