El Castillo de Chenonceau, uno más bellos y visitados de Francia, cuenta con una historia que se inicia hace más de 700 años y donde las protagonistas fueron siempre mujeres, por lo que se le conoce con el sobrenombre del Castillo de las Damas.

Una espectacular avenida de plátanos es la antesala de los maravillosos jardines renacentistas de este castillo, que se alza sobre el río Cher, en un dominio rodeado de majestuosas arboledas.


Sus orígenes provienen de los siglos XI y XII donde sus propietarios disponían de una residencia feudal y un molino fortificado, sobre el cual se edificó el actual castillo. De la edificación original solamente se conserva la torre del homenaje que, posteriormente, se adaptó al estilo renacentista.

Más adelante, en el siglo XVI, la historia del castillo y sus jardines viene marcada por la rivalidad entre dos damas, que se diputaban el amor del rey Enrique II y la posesión de Chenonceau.

En aquellos tiempos, el castillo fue embargado por la monarquía francesa y el rey Enrique II, tras residir un tiempo allí, lo acabaría regalando a su célebre amante favorita, Diana de Poitiers. Esta encargó la construcción del puente sobre el río Cher y un espectacular jardín renacentista sobre una terraza de 12.000 m2 completamente rodeada por agua.

El Jardín de Diana de Poitiers
El imponente jardín de Diana, desde el cual se obtienen deliciosas vistas del Castillo, cuenta con un pequeño embarcadero adornado por una viña, que facilitaba los paseos en barca. Su estructura no ha cambiado desde su creación, pero su diseño actual es fruto de una restauración del siglo XIX.

Sobre los diques perimetrales, unos paseos flanqueados por grandes maceteros permiten contemplar una espléndida vista sobre los jardines.


Las avenidas, que delimitan grandes triángulos de césped, adornados con topiaria y macizos de flores, cuentan con arbustos y arbolitos que enfatizan la rigurosa geometría del jardín.

Este parterre «flotante» se benefició en su momento de considerables recursos, que permitieron construir grandes terrazas elevadas perimetrales que lo protegen de las crecidas del río y una espectacular fuente central, de diseño totalmente innovador en su época.


Tras el fallecimiento de Enrique II, su esposa Catalina de Médici pasó a ser la regente del Reino de Francia y obligó a Diana de Poitiers a devolver a la corona el castillo de Chenonceau. A cambio le entregó el castillo de Chaumont-sur-Loire.
El Jardín de Catalina de Médici
La reina Catalina, para mostrar su poder, también se hizo construir su propio jardín, un espacio de concepción más intimista, en el lado opuesto del castillo. Este jardín también se encuentra separado del castillo por un foso, aunque por la parte posterior enlaza directamente con los jardines de la orangerie.

El conjunto del jardín, formado por cinco parterres de césped, se estructura alrededor de un estanque central y, aunque las dimensiones son menores que el jardín de Diana, es también un espacio de exquisito diseño y concepción.


Más allá de estos jardines singulares que delatan un momento clave de la historia de Chenonceau, el conjunto cuenta con otros espacios remarcables, enclavados en el gran dominio que lo rodea.
La Orangerie
Limitando los jardines de Catalina se encuentran los edificios de la Orangerie, hoy destinados a la restauración. Frente a ellos todavía se conservan una colección de espectaculares árboles de dimensiones remarcables y distintos conjuntos esculturales.


El laberinto
En un claro del parque de más de 70 hectáreas que rodea el castillo, se encuentra un laberinto circular formado por 2000 tejos y un arco exterior de carpes.

Este laberinto es una reconstrucción del existente en tiempos de Catalina de Médici y en su interior se encuentra una estatua de Venus.


Cerca de allí se encuentran las cuatro cariátides que Catalina de Médici añadió a la fachada del castillo y que, posteriormente, madame Pelouze retiró en el curso de la reconstrucción que dirigió
La Granja
El patio de la granja, original del siglo XVI y recientemente restaurado, es un conjunto histórico y arquitectónico formado por una magnífica colección de edificios historicos, incluidos los establos de Catalina de Médici.

El huerto o jardín de flores
Para el mantenimiento de los jardines y la ornamentación de los edificios es necesaria una importante producción de flores, que se cultiva en un jardín estrictamente dedicado a este fin, situado tras la orangerie.


El jardín de flores está organizado en doce parcelas bordeadas por manzanos y rosales, donde se cultivan las centenares de variedades necesarias para la decoración floral.

Todo el conjunto está exquisitamente mantenido. Sin duda, un buen epílogo para finalizar la visita a Chenonceau.
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Imágenes publicación ©josepmmompín (se permite uso no comercial citando la fuente http://www.visitandojardines.com)
Quin bon gust que tenen els francesos amb els castells i els jardins. És increïble. Alexandre
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Certament, son uns jardins exquisits i molt ben cuidats.
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