En los años 80, el escultor Eduardo Chillida, adquirió un viejo caserío del siglo XVI. Su objetivo era permitir que los procesos naturales le ayudaran a dar el toque final a sus obras, mientras adquirieran su particular patina en contacto con el ambiente.


Con los años, este espacio se convirtió el 2002 en un jardín-museo al aire libre, en el que grandes robles y hayas se mezclan de manera natural con las monumentales esculturas.


La palabra Leku en sus distintos significados de espacio o paraje, define perfectamente lo que representa el museo de Chillida-Leku, un lugar donde pasear libremente entre las esculturas.

El escultor siempre definió su obra como una suma de procesos que no finalizaban hasta que los agentes naturales como la lluvia, el sol o el viento oxidaran el hierro o transformaran la piedra para darles el acabado final.


Esta es la razón que en este espacio estén fusionados arte y naturaleza. Se constata una completa integración de esculturas y paisaje, parece que aquellas siempre hubieran formado parte de él.


A pesar de que el caserío se reformó completamente para el nuevo fin, Chillida decidió no cortar ningún árbol de la finca sino que simplemente mandó desbrozar la maleza y cuidar la naturaleza existente antes de empezar a colocar sus obras.



El resultado, nos induce a la reflexión de que el hermoso paisaje del jardín que estamos contemplando, no nace solamente de un dibujo. Este espacio es fruto de unos procesos históricos y ambientales que se han dado en este lugar.

Tras sufrir una crisis que llevó a su cierre temporal durante una década, el museo Chillida-Leku volvió a abrir sus puertas en 2020. Afortunadamente el acuerdo entre la familia del escultor y la galería suiza Hauser & Wirth, nos permite revivir de nuevo el sueño del creador del famoso Peine del viento.

La reapertura ha venido acompañada de nuevas intervenciones en el jardín, obra del prestigioso Piet Oudolf junto con el paisajista Álvaro de la Rosa, la cual cosa añade un atractivo adicional al museo.

En este espacio situado junto al acceso, el paso de las estaciones es muy marcado por los distintos arbustos y plantas hebáceas que componen el plan de siembra.



Un complemento perfecto para un lugar donde las obras dialogan con la naturaleza, como si formaran parte de una única entidad que evoluciona y se transforma de manera solidaria.
Más información:
Ubicación: https://goo.gl/maps/wpzqkVCzvndCW2FJ9