Abstract: The Can Mates park wonderfully combines its function of supporting changing urban activities and, at the same time, represents a great example of ecological connectivity and the promotion of a sustainable and resilient urban green infrastructure for the city of Sant Cugat.
Infraestructura verde urbana
El Parc del Turó de Can Mates surge de una idea de los años 90 que distintos profesionales plantean al Ayuntamiento de Sant Cugat del Vallès, sobre la necesidad de planificar su crecimiento conservando algunos elementos clave de su territorio como el paisaje agrícola, los torrentes y restos de masas boscosas existentes.
Así, cuando a principios de este siglo se convocó el concurso para la ejecución del parque en una zona aún sin desarrollar, una de las ideas fundamentales era consolidar sus conexiones con otros espacios verdes del municipio, como el Parc Central, para ir tejiendo una verdadera malla de infraestructura verde.

El equipo del proyecto ganador, liderado por el paisajista Manel Colominas, apostaba por la continuidad visual de los paisajes naturales, de manera que aportaba ideas como el soterramiento de los viales que cruzaban el parque y, también, la conectividad mediante un nuevo túnel peatonal con el Parc Central.

Su posición estratégica y su gran extensión de más de 20 hectáreas, motivaron que el parque se plantease como un elemento de transición ciudad-entorno, articulado por una geometría y una topografía muy marcadas.

La conexión con la ciudad, se resolvió a partir de un tratamiento más construido y ajardinado en los límites exteriores del parque, que se diluye progresivamente hacia paisajes de connotación más agrícola y forestal a medida que se va accediendo a su interior.

Como resultado de estas actuaciones, el conjunto Parc Central-Turó de Can Mates ofrece distintas opciones de recorrido, unos muy formales y definidos y otros, de carácter más espontáneo y cambiante, que se han ido formando por el uso diario de los ciudadanos que lo disfrutan.

Entre los caminos, distinguimos los recorridos peatonales lineales más urbanos, también la posibilidad de caminar por un anillo perimetral o bien la opción de adentrarse en el parque y perderse por su red interior de senderos y caminos.



Si nos fijamos en la estructura, veremos que se distinguen tres zonas principales de características distintas y bien definidas: los límites del parque, las referencias agrícolas del anillo perimetral y la zona boscosa interior.
Los límites del parque
La primera zona la contituyen el tratamiento de los límites del parque y su entrega directa con los viales de la ciudad. En los límites, nacen alineaciones de árboles de geometría muy estricta, que dirigen las visuales hacia el interior del parque.


En esta zona, aparecen distintos elementos que se van repitiendo: un banco de hormigón sobre un pavimento de adoquín, pequeños muros y una iluminación característica, que van generando espacios de entrada al parque desde el vial.


La vegetación arbórea de esta zona es, básicamente, de hoja caduca, con predominancia de especies con vistosas coloraciones otoñales y, del parque, surgen masas compactas de arbustiva dejadas crecer libremente.


La espectacular coloración que adquieren los liquidambar y los fresnos de hoja estrecha, forma ya una de las imágenes características y más populares del parque.

Plataformas agrícolas y conectividad verde
El anillo perimetral se caracteriza por las referencias agrícolas, formalizadas a través de unas terrazas escalonadas, situadas en los extremos del parque y que facilitan la transición entre la parte urbana y la parte rural.

Estas plataformas, que permiten la conexión con el Parc Central, estan ocupadas principalmente por plantaciones geométricas de frutales de espectaculares floraciones primaverales.


Algunas de ellas, en el orígen fueron praderas y campos de alfalfa, girasoles y otros cultivos agrarios usados con finalidad ornamental, cuyo objetivo era facilitar el mantenimento de grandes superfícies en el período de implantación.

Con el desarrollo del barrio y la llegada de sus habitantes, estas plataformas se han convertido en espacio de nuevos equipamientos de juego infantil, zonas de picnic y todo tipo de actividades deportivas.


El parque muestra, de esta manera, su gran capacidad para convertirse en el soporte de actividades cambiantes de la población, un elemento de gran valor para cubrir nuevas necesidades que no todos los espacios verdes poseen.



En el otro extremo, justo al final del parque, nuevamente aparecen las referencias agricolas con más plantaciones de frutales y una zona de huertos comunitarios que formalizan un nuevo espacio de transición urbano-rural.

La colina y el bosque
La tercera zona diferenciada, la forma la parte interior del parque, donde destaca la pequeña colina que se generó en la parte central de Can Mates y es su elemento más característico: «El Turó» (colina en catalán).


Esta colina, a la que se asciende a través de caminos con fuerte pendiente, se construyó aprovechando todas las tierras procedentes de la excavación de los viales del nuevo sector de desarrollo urbanístico de Can Mates.


La nueva topografía realzó un pequeño montículo existente, elevándolo 15 metros más y creando así un espectacular mirador de 360ª sobre la ciudad, la plana Vallesana, Collserola y la montaña de Montserrat.

Toda esta zona interior se plantó con vegetación típica mediterránea, con dominancia de encinas, robles, pinos y un sotobosque de especies autóctonas. Esto obedecía a la intención de iniciar unos procesos de regeneración natural del paisaje, que debía ir evolucionando naturalmente.


El paso de los años permite comprobar como este nuevo paisaje agro-forestal se va consolidando poco a poco, formando ya nuevos bosquecillos que acogen una elevada biodiversidad.

El agua en el parque
A pesar de ser invisible a primera vista, el agua está muy presente en el parque y fué un factor muy condicionante en su diseño.

El clima mediterráneo, con su temporadas de tormentas y lluvias torrenciales, junto con la marcada topografía del lugar, implicó un gran esfuerzo en el control de esta agua, para conducirla y poder disipar su energía.


Desde la parte baja del «Turó», donde se genera una primera laguna seca, nace una pequeña vaguada que controla y va canalizando el curso de agua de lluvia.

Distintas cunetas conducen el agua hacia zonas de acumulación donde puede infiltrarse e, incluso, se pueden llegar a formar pequeñas charcas estacionales que fomentan la biodiversidad.

Finalmente, en los momentos puntuales en que se produce un excedente, antes de llegar a verterse a la red de alcantarillado, un despósito subterráneo, permite laminar el flujo y acabar de controlarla.
Espacio de Biodiversidad
La concepción del Parque con predominancia de especies autòctonas y la disposición en mosaico agro-forestal, junto con la diversidad de hábitats que tiene, hacen que se una espacio idóneo para facorecer la biodiversidad urbana.

Por ello, el Ayuntamiento de Sant Cugat apuesta por este espacio para difundir los valores de un nuevo modelo de espacios verdes, organizando jornadas y talleres con la población.



En ellos, los más pequeños pueden aprender a construir hoteles de insectos, colocar cajas nido, asistir a la liberación de erizos, reconocer mariposas o hacer un censo de murciélagos, a la vez que conocen todos los beneficios que esta fauna aporta al entorno urbano.
Mirador para el recuerdo
El año 2017, coincidiendo con el 10 aniversario de la inauguración del parque se implanto en la cima de la colina un magnífico conjunto escultórico de Pep Codó llamado «La rosa dels vents».


Aprovechando que se trata de un mirador abierto 360º se situaron ocho pares de monolitos de granito. Estos pares están alineados en la dirección del viento, formando las iniciales de cada uno de ellos.

Circunstancias inesperadas de la vida han convertido este lugar, en un punto mágico para el recuerdo de algunos que se fueron demasiado pronto, dejándonos un importante legado con sus enseñanzas y sus obras.


Es por ello, que para muchos de los que fuimos sus afortunados alumnos, compañeros y amigos, la M del viento Mestral evoca también a Manel, el nombre de uno de los principales autores del proyecto, cuyo recuerdo y espíritu permanecerán para siempre con nosotros, en uno de sus lugares favoritos.

Sin duda, la magia de las puestas de sol que se observan desde el mirador, generan el entorno ideal para este recuerdo.

PD. Este post está dedicado a la memoria y reconocimiento de Manel Colominas Golobardes, gran paisajista, compañero, profesor y amigo, autor del proyecto de Can Mates, que disfruta de los jardines del paraíso desde finales de 2022
Ubicación: https://goo.gl/maps/jwp9gGtis8TWcg6g6