El jardín del Musée du Quai Branly constituye un espacio natural en el centro de París, que se inspira en el paisaje de las civilizaciones antiguas, representadas en el museo.

El diseño del edificio, realizado por el famoso arquitecto francés Jean Nouvel, se complementa con los jardines que lo acompañan: el Muro Verde de Patrick Blanc y la Sabana que ideó Gilles Clement, generando una potente fusión entre arte y naturaleza,


Un gran muro de cristal se erige poderoso, como una original envolvente para el jardín, protegiéndolo del ruido y bullicio de las calles de París.
El muro vegetal
El espectacular jardín vertical, construido en 2004 y renovado completamente en 2018, tiene una extensión de casi 800m2 y multitud de especies vegetales provenientes de todo el mundo, haciendo referencia a la universalidad del museo.

Aquí, las plantas cubren las paredes formando un frondoso tapiz vegetal y cuentan con un sistema de riego con goteo permanente, para garantizar su conservación en perfecto estado.


Nouvel levantó la parte central de la edificación sobre pilotes, para facilitar que los senderos y plantaciones del jardín principal pasaran por debajo de éste, formando así un gran espacio verde, de más de 16.000 m2.
Jardín principal
Los jardines, que rodean por completo el museo, fueron diseñados por Gilles Clément y desde ellos se puede disfrutar de unas buenas vistas de la Tour Eiffel, que se encuentra muy cercana.

Clément, con formación agrónoma y paisajista pero que se auto define como jardinero (él defiende que los auténticos paisajistas son los agricultores y forestales), se caracteriza por impulsar proyectos que siguen los procesos y las pautas marcadas por la naturaleza y no actúan en contra de ella.


En el Quai Branly, su propuesta consiste en crear una sabana con árboles, buscando un jardín cambiante y evolutivo, inspirado en los paisajes de las zonas tropicales secas del planeta. Eso sí, utiliza plantas bien adaptadas al clima parisino, para no incrementar los costes de mantenimiento.

Cuando analizaba las distintas civilizaciones presentes en el museo, Clement descubrió que la tortuga era una especie común en todos ellos. Por eso, las formas ovales -como símbolo de la tortuga- aparecen constantemente por el jardín, en referencia a la diversidad cultural que representa.


Más de 150 árboles integran este espacio, donde destacan los robles y arces en el lado norte y magnolias y cerezos en la parte sur, mientras que los pastos formados por gramíneas, ocupan los intersticios del jardín, ayudando a crear recorridos sinuosos entre el paisaje.

El jardín cuenta con cuidados detalles constructivos que parecen surgidos de civilizaciones pasadas. Una pérgola construida con barrotes de acero o una imaginativa valla perimetral que se mimetiza con la vegetación, ofrecen el complemento perfecto al paisaje de sabana.


Todo ello ayuda a generar un ambiente de jungla salvaje en el centro de la ciudad, completado por unos pequeños estanques, donde los patos y gallinetas de agua que han llegado espontáneamente, encuentran un lugar perfecto para criar entre los juncos.

Una prueba más que la vida del jardín, esta en ‘ constante transformación‘, como lo define Clement, y necesita tiempo para irse desarrollando y consolidando.
Ubicación: https://goo.gl/maps/onvbP4QdGh4vyWbY6
Interesante y expectacular. Me gusta lo que dice el creador sobre los paisajistas ya que incluye a los agricultores (cultura) y a los jardineros.
No estoy muy convencido al 100% de la jardinería vertical, debe de estar muy bien montada para que sea eficaz, la mayoría de las instalaciones fracasan.
Saludos
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Tienes razón , los jardines verticales suelen ser difíciles de gestionar y conservar, en mi opinión se suelen crear estructuras demasiado artificiales, carísimas de mantener y poco sostenibles. De todas maneras conozco algún ejemplo exitoso y realmente son muy bonitos. Un saludo Santi.
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Un abrazo.
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