El Bosque de Bussaco, en el centro de Portugal, contiene una de las mejores colecciones de árboles de Europa con varios ejemplares centenarios. Más de 250 especies de árboles crecen en este bosque, algunas exóticas introducidas por los marineros portugueses fruto de las expediciones de descubierta del nuevo mundo.
El origen de Bussaco se remonta a un antiguo asentamiento de monjes carmelitas descalzos, que en 1628 se instalaron en un terreno boscoso y rico en agua cedido por el obispo de Coimbra. Ellos se encargaron de construir un monasterio, levantar un muro perimetral que protegiera el dominio y plantar nuevas especies, algunas como los cedros, buscando una imagen similar a Jerusalén.
El bosque, se extiende por más de 100 hectáreas y se accede por once puertas, en una de las cuales figura reproducida una bula papal del siglo XVII que advierte con la excomunión a quien osara cortar los árboles.
En lo alto del monte, por encima del bosque, se erigen las dos principales edificaciones del conjunto. El convento de Santa Cruz, y el gran Palacio de Bussaco, construido a partir de 1888 sobre una parte del convento, después que las órdenes religiosas fueran expulsadas de Portugal, rodeado por un jardín formal de borduras recortadas y que hoy es la sede de un lujoso hotel.
Distintas rutas, permiten recorrer el parque e ir descubriendo sus rincones secretos. La Via Sacra que recrea el Via Crucis de Jerusalén o la misteriosa ruta del Adernal, que a través de un espeso bosque de eucaliptus y helechos gigantes, conduce a la espectacular Fonte Fría, una cascada modernista reconstruida el siglo XIX y cuyas aguas cristalinas, llegan hasta el pueblo de Luso donde alimentan las preciadas fuentes.
Ubicación: https://goo.gl/maps/5DEbSPMkA3tEf2G3A
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