Al llegar el otoño, las hojas cambian de color y al poco tiempo, observamos como empiezan a caer. Se trata de un material lleno de nutrientes, cuya finalidad es devolverlos al suelo y así cerrar el ciclo vital.


La mejor solución seria no recogerlas y dejar que se descompongan lentamente y fertilicen el suelo, pero eso no siempre es posible, por razones de limpieza, drenaje o para salvaguardar el césped.
Así y todo, en el caso que debamos retirarlas, podemos reutilizarlas de diferentes maneras. La más común es haciendo compost, un excelente fertilizante orgánico que mejora la estructura del suelo y aporta muchos nutrientes.


Debemos evitar en lo posible los sopladores de aire para recoger la hojas. Provocan un grave perjuicio a la microfauna e insectos que habitan en el suelo y además ponen en suspensión partículas contaminantes, que perjudican nuestra salud.
El compost
El compost es un abono formado por la mezcla de residuos orgánicos madurados y material mineral. Cualquier parte de un vegetal que acabe en el suelo y se pudra de manera natural, se transforma en compost siempre que esté suficientemente oxigenado.
Para preparar compost, simplemente almacenamos las hojas secas junto con otros restos vegetales triturados (por ejemplo restos de poda y de césped) y vamos removiendo la mezcla. Pasados algunos meses, las capas más antiguas estarán listas para ser usadas de nuevo.
Una buena práctica consiste en reincorporarlo en alcorques o en la base de los árboles. Además de mejorar el suelo, evitaremos la salida de muchas malas hierbas y facilitaremos la siega.


Efecto ornamental
Las hojas pueden ser utilizadas directamente, de manera temporal, para aportar color a nuestros parterres en un momento en el cual hay pocas flores.

Se pueden utilizar como acolchado en zona de plantación de bulbosas y plantas vivaces consiguiendo efectos impactantes y sorprendentes.


