Abstarct: After achieving literary glory in the late 19th century with Cyrano de Bergerac, Edmund Rostand’s health problems forced him to seek a more benign environment than Paris, and he decided to build his residence in Cambo, known for its medicinal hot springs.
El jardín de Kanbo
En Cambo-les-Bains (Kanbo, en euskera), situada sobre una suave colina de Iparralde, se encuentra la Villa Arnaga, que fue la residencia del célebre dramaturgo Edmond Rostand, autor entre otras novelas de Cyrano de Bergerac.

Tras alcanzar la gloria literaria a finales del siglo XIX, sus problemas de salud lo obligaron a buscar un ambiente más benigno que el de París y así descubrió Kanbo, un lugar conocido por sus aguas termales medicinales, y decidió establecer allí su nueva residencia.

En 1902 adquirió un terreno de trece hectáreas, con amplias vistas sobre los Pirineos, donde construyó una hermosa villa, y a su alrededor imaginó unos jardines repletos de luz y color.


Fascinado por el paisaje y la arquitectura local, Edmond Rostand concibió Arnaga no solamente como una residencia, sino como un lugar recogido donde poder expresar sus emociones a través de la casa y sobretodo, de sus jardines.
La vivienda
Su éxito como escritor le proporcionó importantes ingresos, gracias a los cuales pudo construir una villa que rinde homenaje a la arquitectura tradicional vasca, con su característica fachada blanca y el entramado de madera roja, realzados por las simetrías y reflejos que proporciona el jardín.

El conjunto constituye una auténtica joya de la Belle Époque y en su interior, los salones decorados con frescos, los vitrales y distintas escenas alegóricas evocan el universo literario del autor.

Además, todas las estancias destacan por sus amplios ventanales, que mantienen una relación constante con el exterior, transmitiendo la calma y serenidad que necesitaba Rostand.

Así, los jardines de Villa Arnaga se convirtieron de facto, en el complemento perfecto para canalizar las inquietudes y emociones del escritor.


De ese modo, Arnaga fue al mismo tiempo, refugio de salud, hogar familiar y el perfecto escenario de creación para Edmond Rostand.
El Jardín Francés
El jardín fue concebido como una prolongación de la sensibilidad de Rostand que ilustra su carácter dual: por un lado el gusto por el fasto y la magnificencia, plasmados en el jardín francés y por otro, la soledad y el recogimiento, reflejados en el discreto jardín inglés;

Así, frente a la villa, mandó diseñar un jardín de estilo francés, de simetrías rigurosas, parterres geométricos y espejos de agua inspirados en la solemnidad de los jardines barrocos de Le Nôtre.



Tras atravesar periodos de abandono y transformaciones y distintos propietarios, hoy el jardín ha sido restaurado con fidelidad al proyecto original, recuperando la elegancia y perfección de los trazados, setos, borduras y pavellones típicos del jardín barroco.

A pesar de ello, algunas incorporaciones posteriores al diseño inicial pero que aportan valor al jardín, como la gran pérgola o las fuentes del canal, se han conservado.

Pero en un guiño a la historia del lugar, los surtidores interrumpen su funcionamiento cada quince minutos, para recrear la quietud de las aguas que existía cuando Rostand disfrutaba de pasear en canoa por el canal en compañía de sus amigos.
El Jardín Inglés
En la parte posterior de la villa, Rostand concibió un jardín de estilo inglés, con senderos sinuosos, arboledas y rincones íntimos donde la naturaleza podía expresarse con mayor libertad.

Una pradera ondulada poblada de rododendros y cipreses, era la gran protagonista de este espacio, que con el tiempo se fue enriqueciendo con nuevas plantaciones que acabaron formando un bosquecillo.


Al final del jardín, una pequeña fuente natural —que con un poco de imaginación evoca una máscara grotesca— marca el final del recorrido, que más alla abre las vistas sobre los meandros del río Nive.
Casa-Museo de Edmond Rostand
Así pues, la marcada dualidad entre orden clásico y romanticismo natural representada en los jardines, simbolizan perfectamente la tensión creativa que marcó la obra de Rostand.

Hoy convertida en casa museo envuelta en bellos jardínes, Villa Arnaga es testimonio de la unión entre patrimonio cultural y paisajístico, y representa bien la huella que Edmond Rostand dejó en el País Vasco del norte, donde arte y naturaleza se expesan en armonía.
Ubicación maps: https://maps.app.goo.gl/FjibgCs4wt7xKWrB7
Imágenes ©josepmmompín Se permite uso no comercial citando la fuente visitandojardines.com

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gràcies, realment és molt bonic
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