En el fondo del valle de Authie, en un paraje de gran belleza, se encuentra la abadía de Valloires, una importante construcción cistercense originaria del siglo XII.

El jardín, diseñado por Gilles Clement en 1987 sobre la antigua zona de huertos, tenía la misión de acoger una importante colección botánica de plantas de América del norte y África, del viverista Jean-Louis Cousin.

Valloires fué una de las primeras creaciones de Clement, y es uno de los pocos jardines botánicos donde las plantas no están clasificadas por su origen geográfico, ni zona climática, sino que se encuentran agrupadas según su aspecto, cromatismo y morfología.

Se trata de un jardín de concepción moderna, pero cuyo espacio central mantiene una relación armónica con la fachada del monasterio. Así, el largo eje central, que nace en la abadía, termina con un claustro formado con plantas, y es una réplica vegetal del claustro clásico del siglo XVIII, existente en el interior del complejo.


Se trata de un jardín compuesto por varios subjardines, el jardín francés, el jardín de las Islas, el jardín de los sentidos, el jardín acuático y el jardín de la evolución. En ellos Clement pudo empezar a poner en práctica las teorías de los «jardines en movimiento» y del «jardín planetario» que desarrolló durante su carrera.

Los jardines de Valloires contienen algunos aspectos sorpendentes, como la asociación de rosas y plantas perennes en el jardín francés. Los rosales se encuentran en parterres geométricos, entremezclados con plantas medicinales y aromáticas, alargando así el período de floración del conjunto.


Bordeando el jardín francés, un talud reúne múltiples especies de flores blancas para no alterar la simplicidad de la arquitectura central del jardín. Una avenida de cerezos asegura la transición hasta el jardín de las «islas», que sigue el modelo paisajístico inglés, con plantaciones de formas irregulares rodeadas de pradera y césped.



Un poco más alejado se encuentra el jardín de los cinco sentidos, donde las plantas se clasifican según nuestros sentidos: tacto, vista, oído, gusto y olfato. Aquí, incluso se pueden degustar muchas frutas.


En 1999 se construyó el jardín acuático sobre un antiguo brazo del río. En él, una serie de pequeños canales y fuentes alimentan una gran cuenca rodeada de flores y plantas acuáticas, formando una zona pantanosa de vegetación exhuberante.

Finalmente, en 2003, Vincent Delaitre y Gilles Clément diseñaron el jardín de la evolución, dedicado a Jean Baptiste Lamarck, el primer botánico que lanzó una teoría de la evolución.


Este jardín, muy pedagógico, se inicia con un sendero, donde las plantas primitivas nos conducen a través de esporas y helechos hasta las plantas más recientes, como las gramíneas.

En distintas partes del jardín subyace la idea del jardín en movimiento. Esta teoría de Clement implica que el jardín va cambiando constantemente de forma, y el jardinero debe permitir que la biodiversidad se desarrolle con cierta libertad.


En estos casos, es innegable que existe una cierta colaboración entre las plantas y el jardinero, que determina el resultado final.
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